Pero, en el caso de este delantero oriundo de Campina Grande (estado de Paraíba), el concepto de tener dificultades para adaptarse a algo, simplemente, no existe. Nunca ha existido. Desde bien joven, el atacante de la Seleção aprendió que, en su caso, las oportunidades no llegarían por el camino fácil, sino que sería él quien tendría que ir en su busca. Y, a veces, muy lejos. Habla de eso y de otros temas en esta entrevista con FIFA.com.
¿Cómo fue la experiencia de irse a Japón tan joven?
Cuando llegué, era totalmente distinto a lo que imaginaba. A los 18 años, pensaba que la adaptación me iba a resultar difícil, pero fue muy fácil. Encontré un país que lo ofrecía todo, con una gran estructura. Y, en los clubes en los que jugué, siempre había brasileños para ayudarme.

Y antes pasó por Portugal, siendo todavía juvenil…Exactamente. Fui a Portugal con 15 años. En aquel momento estaba en el Corinthians, en São Paulo, haciendo una prueba, y mi representante me llamó: “vamos para Portugal”. Hice las maletas y allá fui. Pasé un año y aprendí bastante: vivía y me entrenaba con el plantel profesional.
¿No haber jugado en Brasil hace que sea más complicado ganarse el cariño de los seguidores de la selección?
Bueno, un poco, porque incluso hoy en día, después de haber jugado muchos partidos con la selección, todavía surgen dudas, ¿no? No todo el mundo me conoce, ni sabe cómo juego. Me fui de Brasil muy pronto: solamente jugué 70 y pico minutos como profesional. Así que es normal que haya esos interrogantes cuando se habla de mí.
¿Cuántos minutos como profesional?
(risas) Es así, fueron 70 y pico. Debuté contra el Fluminense, en el Barradão, entré en el segundo tiempo, y el otro partido fue contra el Internacional, en el Beira-Rio. Perdimos 2-1, pero tuve una buena actuación.
¿En aquella época, tácticamente, ya jugaba más o menos de la misma manera que hoy?
Ha cambiado un poco, por la forma en que acostumbran a jugar los equipos brasileños, que recurren más al 4-4-2, mientras que en Europa, en general, se utiliza más el 4-3-3. Así que aquí acabo jugando más abierto a las bandas.
Pero nunca ha sido un delantero centro puro, ni siquiera en Brasil, ¿no?
No, nunca he sido delantero centro. Siempre más un segundo punta, que se escora a las bandas, se mueve, va a buscar el balón. Pero en Europa pasé a jugar todavía más abierto. Aunque he actuado muchas veces como ariete, por el centro.
¿Y siempre más a la derecha, a pesar de ser zurdo?
Sí, siempre. Ha sido natural. Siempre me ha gustado jugar por ese lado y, por suerte, siempre he tenido entrenadores que me han ayudado. Jesualdo Ferreira, por ejemplo, fue uno de los que más me ayudaron cuando llegué a Europa: habló mucho conmigo, y consiguió que me sintiese muy cómodo dentro y fuera de la cancha.
¿Cuál fue la diferencia que más le llamó la atención al dejar Asia para ir a jugar en Europa?
En Europa, existe un gran respeto por la disposición táctica. Los jugadores respetan más sus funciones dentro del campo. Así que, al llegar, tuve algunas dificultades, porque me encontraba con que tenía que bajar mucho a defender. Ahora ya me resulta más sencillo hacerlo.
Su porte físico engaña a mucha gente: parece que usted es solo un jugador fuerte, y no veloz y habilidoso, a pesar de que sí lo es…
Cierto. Como no me conocen, a veces el físico transmite una impresión incorrecta: “ah, entonces será de un estilo más de ir al choque”, cuando en realidad yo nunca he sido de los que buscan el choque, sino que me gusta jugar: tocar el balón, subir… Solo de chutar fuerte, y eso ya me viene de pequeño. (risas)
¿Y cómo le pusieron este apodo?
Fue de niño, a los tres años, porque me gustaba mucho ese personaje, Hulk, y le decía a mi padre que yo era fuerte, que tenía esa fuerza. Y ahí mi padre dijo: “vale, entonces eres Hulk”. Y me quedó, hasta hoy. Para ayudar, al crecer me hice fuerte, así que me ha venido bien. (risas)
Por otro lado, a pesar de todas esas dudas de la afición, no le ha costado mucho ganarse la confianza de Mano Menezes, ¿no?
Creo que la principal prueba de eso es que me llevase a los Juegos Olímpicos, y más aún como uno de los tres jugadores por encima del límite de 23 años. Me alegré mucho por eso. Por desgracia, no conseguimos llevarnos el oro, pero fue una oportunidad que procuré aprovechar al máximo.
¿Le sorprendió verse en la convocatoria?
Al principio del año, por ejemplo, ni me imaginaba que tendría esa oportunidad. Pero después de los dos amistosos de mediados de año [contra Dinamarca, Estados Unidos, México y Argentina] ya empecé a pensar que mi nombre podría estar en la lista.
Al llegar al Zenit, habló mucho de las aspiraciones del club de confeccionar un gran equipo. ¿Qué aspectos de ese proyecto le llamaron la atención?
Durante todo el mercado de fichajes se mencionó mi nombre en varias posibles operaciones, el interés de varios clubes grandes, pero las ofertas no me interesaban, ni tampoco al FC Porto. Y yo ya había hablado con [Luciano] Spalletti incluso antes de firmar por el Zenit. Me habló muy bien del club, de la gran estructura que tiene y el proyecto de montar un gran equipo. Y, al llegar, pude comprobar que así era, con una gran estructura y un proyecto ambicioso. Estoy convencido de que, en el futuro, el Zenit va a ser uno de los grandes equipos de Europa.
Para esta temporada, ¿cuál es el gran objetivo del equipo?
Ganar la liga rusa es importante, claro, pero creo que la gran meta es hacer un buen papel en la Liga de Campeones: aunque hemos perdido los dos primeros partidos, todavía no hay nada perdido. Tenemos las condiciones y la calidad necesaria para pasar de fase.
Usted disputó la Liga de Campeones de la UEFA en cuanto llegó al FC Porto. ¿Es un torneo especial para los equipos del continente?
Llegué al club e inmediatamente ya jugué en la Champions. Es el torneo más importante, siempre, porque sabemos que reúne a los mejores equipos y jugadores. Es estupendo participar en él. Y más aún en los casos, por ejemplo, de equipos de Portugal y Rusia, cuyas ligas no se transmiten por todo el mundo, a diferencia de las de Inglaterra, Italia, etc. Y no voy a desaparecer, eso seguro: voy a estar marcando goles y actuando siempre. Mano siempre nos dice a todos que está atento en todo momento, sea cual sea la liga y el equipo.
Ya ha explicado que su adaptación a Japón fue fácil. Ahora, ¿qué dificultades ha tenido para adaptarse a Rusia?
Sinceramente, ninguna: la ciudad es una de las más bonitas que he conocido. Y todavía no lo he visto todo, pero, solo de camino al centro de entrenamiento, lo poco que he visto es increíble. Y el club cuenta con buenas instalaciones. Así que lo cierto es que no tengo problemas.
Haberse marchado muy joven de casa, y después de Brasil, ¿le ayuda a adaptarse sin sobresaltos a cambios tan drásticos?
Sí, sin duda. Al haberme ido de casa muy pronto, me adapto rápidamente a cualquier cosa. Porque para quien va a Japón con 18 años y se adapta, lo demás son menudencias. (risas)

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